jueves, 31 de enero de 2019

31

Para seguir con el hilo del texto 30:
Muchas veces leí y escuché que en los noventa Charly García se convirtió en una copia de sí mismo. Creo, no estoy seguro, que en No digas nada, la biografía que escribió Sergio Marchi, él dice que la época say no more es como una copia tóxica que Charly hizo de sí mismo. Durante mucho tiempo estuve de acuerdo con eso, pero ahora que vuelvo a escuchar la trilogía noventera La hija de la lágrima, Say no more y El aguante me doy cuenta que no, que no es una copia. Si bien esos tres discos son un poco caótico (suponiendo que es el caos lo que une todo) cada disco es muy diferente entre sí. El merito de Charly es que cada disco es completamente diferente al anterior, tiene su propio sistema, su propio sonido. Con Spinetta pasó algo similar, pero sin la toxicidad: hasta el día que se murió cada disco era un mundo.

miércoles, 30 de enero de 2019

30

Una vez una escritora que me gusta mucho, y que tuve el placer de conocer, me preguntó por qué yo no era artista (visual). Mi respuesta fue que eso no se decide, que sucede, que de repente te descrubris a vos mismo haciendo una obra de arte.
Me quedé pensando en esa pregunta bastante tiempo y descurbí otros dos motivos por los cuales no podría ser un artista visual: el primero es que no pienso (en) imágenes, sino en palabras, porque me gusta escribir; el segundo, no había nada que me obsesione demasiado como para dedicarle una obra a ese algo. Una vez un amigo poeta me dijo que la inspiración eran las obsesiones.
Hace un rato terminé de ver un documental sobre Charly García. Se emitió por Nat Geo y lo conduce Julieta Venegas. Es muy bueno. Si te gusta Charly, claro. Descubrí que la única cosa que me obsesiona y de la más he escrito es Charly García. En un párrafo ya lo mencioné como 3 veces.
Debo hace unas cuantas semanas (diría meses) un texto sobre unas ideas sobre el rock nacional y de qué va hoy en día. En una parte del texto quería decir algo así como que el rock nacional estaba destinado a ser decadente (creo que en una entrada del blog dije algo similar) y poner el caso de Babasónicos como excepción. Lo iba a justificar de esta manera: como se separaron de la tradición y se encargaron de decir que ellos no tenían que ver con lo anterior se salvaron de esa maldición. Error. Me confundí. En ese momento pensaba que como Charly rehab no le hacía justicia a lo anterior, a pesar de que sus canciones nuevas eran igual de geniales, no le hacía justicia. Una boludez. ¡Hasta me contradecía a mi mismo!
Hace unos años escribí una nota en la que dije que yo no añoraba al "Charly de antes", básicamente porque no lo conocía.  Y ahora, después de ver este documental, y ver como había pibes de veintipocos o sub 20 hacen cuadras de cola para una puta entrada, pienso, ¿cómo puede ser decadente alguien que genera eso, incluso en pibes que no conocen otra cosa que un tipo empastillado?

martes, 29 de enero de 2019

29

En el textito 24 decía que tenía una obsesión por pensar cómo la vida online configuraba la vida offline. Es una idea trillada, muchxs autorxs ya la trataron y etcétera. Sin embargo, hasta ahora, nunca leí nada sobre cómo las apps para tener citas o concretar encuentros sexuales también configuran los encuentros cara a cara.
Anoche, mientras comía una milanesa con un amigo, en una sociedad de fomento, al costado de un canal en Villa La Ñata, pensaba que estaba preso en un catálogo de Avon, pero con tipos. El filtro es la imagen y eso se siente horrible. Todo se discute en 140 caracteres. Y no es que anoche, mientras comía una milanesa con un amigo, en una sociedad de fomento, al costado de un canal en Villa La Ñata, trataba de romantizar esa pelotudez de "el encuentro cara a cara con el otro". Nadie nunca fue por la calle mirando a los ojos a todo el mundo, con o sin celulares. El punto es que el display de las app se cuela en tu cabeza y ahora queres ir por la vida matcheando, pero no todos tienen esa habilidad. Me distraje. No sé cómo seguir.

lunes, 28 de enero de 2019

28

Los días de mucho calor, como el de hoy, me hacen acordar al comienzo del libro Un año sin amor. Creo que en una de las primeras escenas del libro Pablo Pérez está en su casa, cagado de calor, con un ventilador que le apunta a la entrepierna: trata de refrescarse las bolas y tratar de secar una micosis de segundo grado que tiene en la ingle. Ahora dudo si hacía calor o no en ese tramo del libro, pero seguro que sí porque pasó en febrero, a fines de los 90.

domingo, 27 de enero de 2019

27

A veces escribo las entradas al blog apurado, publico lo primero que se me pasa por la cabeza. Si bien el motivo del blog es escribir por escribir estaría bueno pensar un poco más, pero a veces el tiempo es tan escaso que ni si quiera puedo pensar una buena entrada.
Como solución se me ocurrió invitar a amigxs a escribir. Claro, vas a pensar que soy un chanta, que finalmente no coy a escribir 365 textos cortos porque va a haber escritos de otrxs. Entonces, para no ser tan chanta, pensé en hacer una breve introducción a eso que me mandan. Espero que funcione.

sábado, 26 de enero de 2019

26

En la fiesta de reguetón había chicos hermosos, todos parecían homosexuales y heterosexuales a la vez. Imagino que en el futuro todxs van a ser bisexuales.
Tomé mucho alcohol, me duele el cuerpo de todo lo que perrié. Voy a ir al chino a comprar un ibuprofeno. Quizás también compre un Alikal.

viernes, 25 de enero de 2019

25

Esta noche voy a ir a una fiesta de reguetón. Me gusta que finalmente América Latina está de moda. Ahora está bien hacer reguetón, trap, flashear pandillero centroamericano. Ahora ser latino es lo que está bien. Europa ya fue, muy 2001.

jueves, 24 de enero de 2019

24

Decidí revivir este blog después de darme cuenta que el proyecto de verano que tenía en mente no iba a funcionar. Cuando corté con mi novio. No. Cuando corté con mi ex en noviembre estaba obsesionado con los algoritmos locos de las redes sociales. Leí unas cosas en la universidad sobre eso y ahí me quedé. Lo que más se me cruzaba por la mente era la idea de que la forma en la que te comportas online es igual -o condiciona- tu comportamiento offline. Mi idea original era tratar de tener la mayor cantidad de citas posibles arregladas por aplicaciones para tratar de entender eso, comprobar si el online y el offline efectivamente eran lo mismo.
Ya pasó más de un mes de eso y todo resultó un desastre: soy pésimo para la dinámica de los aplicativos. Me da pereza pensar en el sexo exprés que ofrece Grindr y ni si quiera logro muchos matchs en Tinder (una amiga especialista en esta última aplicación dice que es por mis fotos). 
Hoy mientras esperaba que mi jefa llegara a una reunión que habíamos acordado en un café leí esta entrevista a Patricio Pron, un escritor rosarino que vive en España y que acaba de ganarse 154 mil euros por haber recibido el premio Alfaguara Novela. Ganó con un texto inédito: una ficción que va sobre el amor en los tiempos de Tinder. "Que bueno que no escribí nada", pensé. 
Es mejor hacer una novela que un experimento. 

miércoles, 23 de enero de 2019

martes, 22 de enero de 2019

22

Esta mañana la Negra Vernaci leyó en Radio Pop una nota mía. El texto es sobre La Mariquería, una peluquería que abrieron dos amigas en Palermo pura y exclusivamente para la comunidad LGBTTIQ.
Fue un gran pico de raiting de mi verano lo que pasó esta mañana. Después de escuchar el audio publiqué un tuit arrobando a la Negra y ella me respondió con un emoticón.
Negra: no soy digno de que entre en mi casa, pero un emoticon tuyo bastará para sanarme.

lunes, 21 de enero de 2019

21

En 2017 conocí a Leonardo Oyola, un escritor increíble. Yo sabía de su existencia porque había leído Kryptonita y porque, antes de leerlo, había visto este video. Tomé un seminario con él en la residencia de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires. El ejercicio que propuso fue que escribamos un cuento de no más de tres carillas, pero en segunda persona. Había un plus: cada uno tenía que escribir a partir de una idea que Oyola daba. A mi me tocó el concepto "santo popular". Lo que escribí en ese momento fue esto:


Vos le sos fiel. Tan fiel como le fuiste a tu hermana cuando le prometiste que nunca, pero nunca, le ibas a enseñar a tu mejor amiga de la primara cómo bailar igual que tu ídola. Igual que Gilda.

Vos le sos fiel porque Gilda estuvo ahí cada vez que la necesitaste, porque respondió todas tus plegarias sin chistar, sin oponerse, pero por sobre todas las cosas porque siempre te indicó cuál era el camino correcto. Gilda te supo devolver la tranquilidad después de que le hiciste una macumba a tu vieja, rezo a la Pomba Gira de por medio. Era obvio que ibas a hacerlo porque no soportaste ese puto domingo en el que tu mamá te enganchó bailando el casete Corazón Valiente, a la hora de la siesta debajo de la escalera, con el walkman de tu papá bien al palo y con la pollera y tacos de tu hermana,. No soportaste que ella te gritará “¡qué haces así vestido trolo de mierda! ¡qué haces bailando la música de esa atorranta!”. No lo soportaste porque a pesar de tener diez años y de llamarte Alejandro sabías que querías llamarte Gilda culpa de la serotonina que segregaba la música de esa cantante en tu cabeza y que se esparcía por toda tu sangre. Ahí debajo de la escalera fue la primera vez que te sentiste lo que era el éxtasis, pero el de verdad, mucho mejor que el que te generó esa pasti cortada con anfeta que te dio tu amiga la Cele en Cocoliche, varios años después, con forma del logo de Chanel, una marca que amas –no tanto como a Gilda- pero que no podes pagar.

Pero a pesar de los gritos de tu vieja, seguiste bailando. No te tembló nada. Tampoco temblaste cuando fuiste a ver a la Fifika, esa gitana que vivía a la vuelta de tu casa, para comprarle por diez pesos una estatuita de la Pomba Gira medio embolas, cubierta de fuego. Sólo necesitaste esos diez pesos, una petaca de güisque que le robaste a tu abuelo y un atado de puchos que compraste por uno con setenta y cinco para engualichar a tu vieja por haberte dicho trolo de mierda, por haberse metido con Gilda. Y allá fuiste, con la estatua y las ofrendas, a echarle un rezo, a pedirle que haga algo con tu mamá para que deje de ser menos zarpada con vos. Con esas ofrendas… Con ese guiski y esos puchos la Pomba Gira no te iba a dejar en banda y sin dudarlo le metió ese cáncer a tu mamá que la dejó en cama varios meses. “La re puta madre, me fui a la mierda”, pensaste cuando viste cómo tu vieja se iba deteriorando más y más. La culpa y la desesperación se metieron tanto en tu cabeza que saliste corriendo otra vez a ver a la Fifika para que te ayude a sacar el gualicho del cuerpo de tu mamá. Pero ya era tarde. La cara se te llenó de lagrimas cuando la gitana te dijo que ella no tenía fuerza suficiente para contrarrestar el poder de la Pomba Yira, que solo una luz celestial y blanca iba a poder hacer que tu vieja se mejore. Te fuiste corriendo a la Iglesia, pero María Auxiliadora estaba hasta el cuello de plegarias por atender, entonces dudaste de ella, de su disponibilidad para salvar a tu mamá. “Y ahora qué hago con estas velas celestes y rosas, me las meto en el culo”, te dijiste mientras volvías caminando a tu casa con la mente llena de remordimiento.

Por suerte decidiste guardar esas velas y al llegar a tu casa te encerraste en tu habitación y empezaste a armar la valija. La llenaste con ropa de tu hermana y con ropa que le habías robado a tu vieja mientras ella estaba internada en el hospital. Esperaste que todos se fueran a dormir y te pusiste unos tacos cómodos, una pollera negra, una remera de algodón rayada y esa peluca morocha y lacia que usaba tu hermana para disfrazarse de bruja o súper estrella pop. Y así, travestida con lo que tenías a mano, con una valija llena de ropa robada, te fuiste a la terminal y te sacaste un pasaje para el próximo bondi a Villa Paranacito: querías visitar el altar de Gilda porque tu intuición te decía que ella iba a sacarla a tu vieja del hospital.

Viajaste toda la noche en un bondi semicama venido a bajo y cuando por fin llegaste te fuiste derecho al altar de Gilda, con un rosario bendecido por el cura Pablo, el mismo cura que te dijo que no podías entrar más a la iglesia con gliter plateado en el pelo, la cara y el pecho. Lloraste sin parar, de rodillas enfrente de su foto, le pediste perdón por fallarle, por no haber seguido confiando en ella y sí en la Pomba Gira. Le pediste que te saque esa angustia que tenías. Le pediste que le saque el gualicho a tu vieja y le dijiste que si podía hacerlo te ibas a convertir en su devota más fiel. Como ofrenda dejaste ahí ese rosario y un rouge mac que le sacaste una tarde a doña Isabel cuando le hacías los trabajos de jardinera. Te lo llevaste porque sabías que era del color favorito de Gilda.

Ya no podías volver atrás. Decidiste ser una señorita, decidiste llamarte Gilda. Sentiste que no había lugar en tu pasado para tu presente. Ya sin culpa te fuiste a Buenos Aires y al llegar sólo pudiste llamar a tu hermana para decirle que no ibas a volver y que no trate de encontrarte porque no iba a poder: ni siquiera sabías como explicarle de qué manera tenía que llegar a esa pensión de Constitución en la que te quedaste a cambio de limpiar el lugar todos los días. Nunca más llamaste a tu casa, excepto una vez. Necesitabas chequear que Gilda no te había abandonado. Efectivamente no lo hizo. Sólo treinta segundos de conversación con tu viejo te bastaron para enterarte que tu mamá ya no estaba en el hospital, que estaba mejorando. Que se iba a curar. Pero a pesar de eso no pudiste volver porque para saldar tu deuda con Gilda tenías que quedarte ahí, en Buenos Aires para tratar de revivirla.

Día tras día le rezaste para que no te deje sola porque vos no le ibas a fallar. Y para no fallarle empezaste a limpiar casas por hora y cuando sumaste unos billetes después de cientos de horas de fregar la mugre ajena pudiste tener los pómulos, el culo, las tetas y el pelo de Gilda. Estabas lista para traerla otra vez a la vida. Colgaste la escoba y la pala y te subiste a todos los escenarios que encontraste a cantar sus canciones. Es un hecho: te moves y cantas igual. Por eso estás odiada de que haya sido Natalia Oreiro la que apareció en esa peli que hicieron hace poco y no vos. Pero en el fondo no te importa mucho porque ni Natalia Oreiro te quita lo bailado.


domingo, 20 de enero de 2019

20

Hoy comenté en un asado que me había propuesto escribir 365 textos cortos en lo que va del año. Me dijeron que era un montón. Mi contrargumento fue: uno por día, de pocas líneas, no es tanto. Para reforzar mi postura cité a Aire y conté que una vez leí no-se-dónde qué ante la pregunta "¿cómo haces para escribir tantas novelas al año" el respondía que escribía sólo una página por día, que al terminal el año tenía más de 300 páginas escritas y que eso daba como resultado tres novelas cortas. Un amigo de los que estaba en el amuerzo contó que no-recuerdo-quién decía que había que escribir textos breves, de no más de 20 líneas, sólo para practicar el oficio de escribir. También dijo que no había que releer eso, ni corregirlo.
Eso es lo que estoy tratando de hacer al revivir este blog.

sábado, 19 de enero de 2019

19

Los discos de Charly de la etapa Say no more están bastante olvidados. La trilogía Say no more, El aguante y Demasiado Ego no están muy presentes en el inconsciente colectivo. Pero la verdad que son geniales. Los dos últimos ni siquiera están en Spotify (por cuestiones legales, seguro).
Nadie se los acuerda porque carecen de hits. La tiranía de los hits. Las personas, la mayoría de las veces, sólo quiere escuchar hits. Charly ya hizo bocha de hits, ya fue, que haga lo que quiera. En ese momento hizo lo que quiso y lo mejor de todo (o lo peor de todo) es que le salió bien.

viernes, 18 de enero de 2019

18

Todavía no defino si este blog tiene que ser, o no, como un diario íntimo. Veo post de Facebook, chistes ácidos en Twitter o storis de Instagram en los que mis amigxs van mostrando y/o narrando su vida: las citas que tienen, las fiestas a las que van, los lugares que visitan, la comida que comen. La tiranía del yo es cansadora. Aguante la fantasía. Escribo sobre mí sólo porque me da plata, porque es fácil venderse a si mismo.
Todavía no defino si este blog tiene que ser, o no, como un diario íntimo.

jueves, 17 de enero de 2019

17

Por algún motivo que desconozco me gustan mucho las series de superhéroes. Yo sé que son malísimas. Ahora empecé a ver Titans.
Creo que me gustan porque me gustaría tener superpoderes. Cuando camino por la calle, a veces, imagino que tengo superpoderes.

miércoles, 16 de enero de 2019

16

Hoy fui a ver la película El silencio es un cuerpo que cae. Es un documental de Agustina Comedi: encontró grabaciones de la Panasonic que tenía su papá -que se murió en 1999- y allí descubrió que antes de que ella naciera había tenido una vida gay. Hace unas semanas leí un texto sobre la película. Quise levantarme al chico que lo escribió. Tenía novio.
Fui al cine con mi amigo Martín. Lo conozco hace poco, pero lo quiero mucho. Somos algo parecidos: tenemos la misma edad, estudiamos en el mismo lugar, trabajamos juntos y, aunque no sé si importa, somos de libra. Cuando salimos de la película hablamos de lo difícil que es sostener una doble vida. Le dije que lxs chicxs de nuestra generación no eran dueñxs de nada, que para mi nuestra generación sólo era dueña de sí misma, porque no somos dueños de nuestras casas, ni de los autos que manejamos (si es que manejamos), ni de mucho de nuestros objetos. Por eso, ser uno mismo es lo más parecido a ser libre -y a tener algo. Para mi Martín es libre, hace lo que le gusta, dice lo que piensa. Le gustaría irse de su casa materna, mudarse. Pero en el fondo -creo- no le pesa vivir ahí. Por eso lo respeto, porque es auténtico. Si él fuese gay quisiera que sea mi novio. Pero no, es heterosexual y su novia me cae bien. De todos modos, lo que más me gusta de este amigo es que se permite el beneficio de la duda y ante una duda, prueba. Después de probar decide.
En el texto número 14 hablé de la serie Pose, de como la comunidad LGBTTIQ luchaba y se resistía de las tradiciones ajenas, pero no de sus propias tradiciones. Cuando vi esta película pensé lo mismo. Testimonios de gays y lesbianas que decidieron no aparecer (no sé qué ponían en juego al mostrarse diciendo la verdad). La noche de los ochenta, el VIH y los muertos del SIDA. Supuestas malas noticias que, aunque hayan pasado varias décadas, aún no nos gustan recibir.
Le conté a Martín que una vez salí con un chico que se enteró que era positivo mientras estaba conmigo y que lo único que le dije fue que no quería vivir en los 80. Que no tenga miedo. Que no pasa nada. Que no hay que alimentar el estigma. Al tiempo nos separamos.
Mañana tengo que hacerme el test, porque cada seis meses lo hago. Voy con un amigo y aunque sabemos que probablemente va a dar negativo, creo, estamos nerviosos.

martes, 15 de enero de 2019

15

En relación al texto número 11, una idea que me quedó en el tintero:
En un momento dije que los Babasónicos se encargaron de diferenciarse de la tradición rockera de los 80 y es por eso que supieron envejecer. El mes pasado fui a un concierto de ellos: todxs lxs que estaban ahí eran pibes de veintipico. Todavía saben como hablarle incluso a los pibes. Están atentos. Los otros ya perdieron la antena, están en otra. Están un poco desfasados. 

lunes, 14 de enero de 2019

14

Terminé de ver la serie Pose, bah, la primer y -hasta ahora- única temporada que tiene la serie. Discutía con un amigo sobre el programa y coincidíamos en que el universo gay trata de ser disrruptivo con todo aquello que no sea gay, es decir, está en contra de las tradiciones "hetero-normativas" pero no en contra de todo lo "gay-normativo".
Pose sucede a fines de los años 80 y a pesar de que pasaron unas cuantas décadas, el universo gay no cambió mucho. Ahora también es cool hacer ballrooms como los de esa época. Ahora también el vih es un drama, aunque ya no sea una condena de muerta. Ahora también hay prejuicios al interior de la comunidad, diferencias según con qué género te identifiques.
La comunidad LGBTTIQ lucha contra el pasado de otros, pero no contra su propio pasado.

domingo, 13 de enero de 2019

sábado, 12 de enero de 2019

12

El problema es que ella quiere cagar más alto de lo que le da el culo. El otro día vino a casa, era tarde ya, como a las once de la noche. Me vino a pedir algo para el dolor de cabeza, pero yo me di cuenta que quería algo más porque si lo único que queres es una pastilla te cruzas al kiosco y te compras una, no molestas a alguien a esa hora de la noche. Entonces, cuando la hice pasar me empezó a contar que tenía problemas con el marido. Yo sabía que eso iba a pasar, porque ella no está nunca en la casa, pero no es que se la pasa trabajando. Bueno, en realidad, sí trabaja mucho pero también va mucho al club de golf porque quiere hacerse la rica y porque seguro tiene un amante.
Cuando vino a casa me empezó a contar de todos los viajes que estaba haciendo a otras provincias con el grupo de golf ¿entendes lo ridículo de todo? ¿jugar al golf en Trelew con las viejas chetas del pueblo? Ella es cosmetóloga y yo no tengo nada contra las cosmetólogas, pero me parece que no tiene nada que ver con las ricas del pueblo, por eso te digo que quiere cagar más alto de lo que le da el culo. El marido trabaja en la base, pero no es milico, hace otras cosas más administrativas. Él es un tipo re perfil bajo, por eso no la soporta. Él debe saber que ella se quiere levantar a algún viejo conocido del pueblo y yo creo que ya sé quién es porque el día que vino por lo del dolor de cabeza me contó que el marido la echó de la casa porque no estaba nunca. Ella no está nunca porque se la pasa con el golf y el amante que consiguió ahí. Yo ya sé quién, me quiso sacar información porque sabe que yo los conozco a todos esos porque siempre viví acá. Obvio que no dije nada, no me quiero meter en ese quilombo y porque no voy a joder a una pobre mina que dejó a un hijo repartido por cada provincia por la que pasé. Pobre, ella trata de encajar nada más. 

viernes, 11 de enero de 2019

11

Casi siempre llego tarde al mundo de las tendencias. A veces, llego muy temprano: uso riñonera desde siempre, desde antes que las empiece a usar todo el mundo. De todos modos, lo que importa es lo primero, llegar tarde. Entre todas las cosas a las que llegué tarde están los discos Días de adolescencia y Noches de Rouge, dos compilados que editó en 2017 Yolanda Discos con covers de canciones del rock nacional editadas entre fines de los 60 y los 90.  Las canciones son interpretadas por artistas que aparecieron en los últimos años.
La particularidad de estas nuevas bandas y artistas no es sólo su juventud, sino que no reniegan del pasado. Les gusta el pasado. A diferencia de sus antecesores, los rockeros de los 90, estos abrazan la tradición. Y el low-fi.
En los noventa los grupos que aparecieron se dedicaron a bastardear a sus antecesores. Toda la corriente del punk (Flema o 2 minutos, por decir algunos) y también el rock chabón. Incluso aquellas bandas que no estaban en esos grupos, como Babasónicos, se encargaron de diferenciarse de sus antecesores: en una oportunidad Adrian Dárgelos dijo que ellos no tenían nada que ver con la famosa triáda ochentosa García-Páez-Spinetta.
Pero ahora eso terminó. La nueva generación de músicxs quiere a la vieja generación ¡y hasta le hace homenaje!

jueves, 10 de enero de 2019

10

Hoy fui a un casamiento. En mi vida fui a cuatro casamientos antes del de hoy: el primero fue de un compañero de trabajo de mi papá, cuya existencia quité de mi mente hasta hace unos pocos días cuando mi mamá me volvió a hablar de él; el segundo fue el de los padres de una amiga, después de 20 años juntxs y tres hijxs decidieron casarse; el cuarto fue el de una amiga de Trelew, en el cual intenté tomarme una foto sexi pero no lo logré.
El nuevo casamiento al que fui, que se suma a esta breve lista, es el de Daniela Ruiz. A ella la conocí en 2014, cuando tenía 19 años y llevaba apenas un año en Buenos Aires. Dani se encargó de sacarme las trenzas de Heidi que traía puestas y de cambiarme la valija llena de sueños de provinciana. Dani es una activista trans y el día que nos conocimos nos hicimos amigxs. En esa oportunidad fui a hacerle una entrevista, después de ver una obra de teatro de su autoría que había presentado en un centro cultural comunista. Cuando terminamos me dijo que me iba a dar su bendición travesti. "Nosotros vamos a hacernos muy buenos amigos y además de eso a vos te va a ir muy bien en tu carrera como periodista". Sí, nos hicimos buenos amigos y, con respecto a lo segundo, vengo bastante bien. O al menos eso creo.
Durante varios años ella y Fabián -su actual marido- tuvieron una florería en Tucumán y Rodríguez Peña. Usábamos esa florería como base de operación de una cooperativa que dirigió Dani hasta el 2017: la Cooperativa Arte Trans, la primer cooperativa artística formada por chicas travestis y transexuales. Mi tarea era ser escriba de esa organización: Daniela se paseaba por la florería pensando en voz alta ideas, proyectos, respuestas a formularios, entre otras cosas, mientras yo trataba de traducir toda esa vorágine de pensamientos en un texto. Era como traducir. Siempre respeté mucho el oficio de la traducción, la posibilidad de reescribir algo hermoso que piensa alguien que no sos vos.
Pero lo que que importa es que Dani y Fabián se casaron después de 20 años. Y mientras lxs troskxs-progresistas dicen que el matrimonio es una institución antigua y retrógrada, otrxs personas, como Daniela, piensan que es muy importante que el Estado pueda reconocer legalmente la unión de dos personas que no necesariamente son heterosexuales y sis. Incluso su casamiento fue otro capítulo de su activismo.
Lo que aprendí de Daniela y de Fabián, durante todas esas tardes que pasé en la florería, es que siempre hay una tercera posición. Que no todo es A o B. Y, aunque parezca naif, el amor, posta, vence al odio.
Ellxs se conocieron a mediados de los noventa. Ella recién había llegado de Salta y tuvo que ejercer la prostitución para sobrevivir. Estaba por terminar su turno y un cliente, Fabián, se acercó a ella. Dani le explicó que se estaba yendo, que vuelva otro día. Él insistió y se ofreció a llevarla al hotel. La llevó. No pasó nada, sólo desayunaron. Después de eso inauguraron una rutina: días tras día Fabián iba a buscarla, salían a comer, a pasear. Al poco tiempo Daniela estaba viviendo con él y así logró salir del sistema prostibulario para convertirse en florista.
Escribí sobre varios momentos de la cooperativa y de la vida de Dani. En 2015, disculpá el autobombo, hice un perfil sobre ella en el que conté su vida y su carrera como activista, ese texto resultó ganador del Primer Concurso de Crónica de la Fundación Tomás Eloy Martínez. Salió en el libro Nunca la misma Historia, una antología de crónicas publicada por Editorial Marea que se puede leer acá.
Ahora vuelvo a escribir sobre ella. Imagino que no será la última vez. Y como dice ese hit de principios de los noventa: nadie puede y nadie debe vivir sin amor.




miércoles, 9 de enero de 2019

9

Hay una canción de Babasónicos que dice: "display de roces". Uno no siempre entiende el display.
A veces sí.


martes, 8 de enero de 2019

8

Él le dice que no le pega una cachetada ahora porque hay gente. Ella no dice nada. Llega la policía. Él se va. A ella la ayudan unos chicxs. Dice que todo bien, que él está borracho, que a veces se pone así cuando toma, pero que no pasanada, que sí, que les pasa su celular y que les avisa si necesita ayuda.
Ella está escondida en el palier de un edificio. Él está revoleando cosas en la esquina. A ella la ayudan unos vecinos. Los chinos del supermercado también. Él le pegó en la mandibula. Ayer también le pegó y la semana pasada también. Lxs chixs de antes aparecen otra vez. La hacen pasar al edificio: tienen llave porque trabajan ahí. Llaman al 137. Llega la policia. La llevan a una comisaria. A lxs chicxs también. Después al Pirovano. Después a otra comisaria. Después todxs declaran. Son las tres y media de la mañana.
Ella hoy en su Facebook dijo: "a pesar de todo lo que pasó anoche igual te amo".

lunes, 7 de enero de 2019

7

Lo mejor de volver a Buenos Aires desde Trelew es esa primer bocanada de aire apenas salís del avión o colectivo. Esa cosa húmeda y espesa que se te mete adentro.

domingo, 6 de enero de 2019

6

Siempre leí blogs que tenían cosas importantes, sobre todo ideas importantes. Los que más recuerdo son Il Corvino, que es de Martín Zariello, y Revolución Tinta Limón, de Martín Rodríguez.
No tengo interés es decir cosas importantes. No refloté este blog para decir cosas interesantes o geniales. Lo que importa es escribir y ya.
Quizás eso sea una mala señal.

sábado, 5 de enero de 2019

5

En las redes sociales vi circular varios posteos sobre Cómo conseguir chicas, el disco de Charly García publicado en 1989. El mismo día que se lanzó ese disco nació mi hermana. Eso significa que el disco de Charly y mi hermana, hoy, cumplen 30 años. La verdad es que no tengo mucho qué decir, sobre el disco. Tampoco sobre mi hermana. Sin embargo, siempre que aparece la oportunidad de hablar sobre Charly, la tomo.
La última vez que escribí sobre él fue en marzo de 2017, unas semanas después de que saliera Random, su último disco. En ese texto (este texto) decía que no me daba nostalgia "el Charly de antes", el que era re pasado, básicamente porque no lo conocí y no puedo extrañar lo que no conozco. La primera vez que lo vi en vivo ya estaba rehabilitado. Pero ahora que se cumplen treinta años de Cómo conseguir chicas tengo ganas de ponerme nostálgico. Algunos recuerdos al respecto:

1. La primera vez que escribí una nota de tapa para el extinto suplemento Ni A Palos (el suple joven del diario Tiempo Argentino) fue sobre Charly. Una de las fotos que usaron para ilustrar la nota fue una de las que usaron en el afiche para promocionar los shows de presentación de este disco. Varios años después descubrí que la foto es de Alejandro Kuropatwa, uno de mis fotógrafos favoritos.

2. Varios años después de esos varios años anteriores vi uno de los afiches de promoción del disco pegado en una pared de un ex estacionamiento convertido en talleres para artistas. Un amigo tenía su taller ahí. Al mismo tiempo trabajaba en el Museo Nacional de Bellas Artes, que en su colección tiene una copia de las que Kuropatwa le hizo a Charly para Cómo conseguir chicas. Quise robarme el afiche del taller de mi amigo. No lo pude despegar de la pared.

3. Tengo casi todos los discos de Charly en formato físico. Los únicos que me faltan son: Lo que vendrá y Radio Pinti, porque nunca los  re editaron y hasta ahora nadie los vende en Internet; Sinfonías para adolescentes, porque todavía no lo compré; y, paradójicamente, Cómo conseguir chicas. Lo tuve, pero lo regalé. Se lo regalé a un chico con el que salí unos meses. Y eso sí que lo extraño. No el disco. Tampoco el chico. Estar "perdidamente enamorado", eso extraño.

4. Una vez me enamoré platonicamente de un profesor de la universidad. Decidí buscarlo en Google. Descubrí que había escrito un texto titulado "Cómo conseguir chicxs". Morí aún más de amor, porque siempre estoy en fantasy.

Charly García. Alejandro Kuropatwa. 1989


viernes, 4 de enero de 2019

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No sé qué hacer vecina. Me echó, me dijo que me vaya, que no vuelva, que me lleve a mi hijo, pero que deje al otro ahí, al más chico. No tengo nada acá, no tengo cómo volver a Formosa. Vecina qué hago. Me gritó y yo me asusté. Él nunca me va a hacer nada porque es bueno, sólo debe estar cansado, pero es muy injusto esto. Yo también estoy cansada, yo trabajo todo el día para no pedirle nada a él, para poder ir al club tranquila. Él nada más me regaló unos palos para mi cumpleaños, después me conseguí todo sola y los viajes los pago con mi plata. Me dice que no estoy nunca en la casa, que no ayudo con el nene, que mi otro hijo ya está en edad de trabajar y que por eso debería poner plata para la casa. Pero ¿cómo le voy a pedir a mi hijo que trabaje, vecina? Si él apenas está por terminar el secundario y recién empieza a salir con su novia. El otro día me dijo que necesitaba comprar un regalo y yo le pregunté para qué y para quién, él me dijo para nadie, que era una cosa suya, algo íntimo. Entonces yo le dije que no, que no le iba a dar la plata, que me diga en qué la iba a comprar, porque parece que hay mucha droga acá en el barrio. Vecina, usted no tiene esa preocupación porque tiene chicos grandes que ya se fueron de casa, pero yo estoy preocupadísima por eso. Bueno, al rato se me acerca otra vez y me dice que quería un regalo para su novia y yo me quedé impacatada porque no me había dicho nada. Nunca me trajo una chica a casa. Ella tiene quince. Es un poco más chicas que él, porque él ya tiene dieciocho para diecinueve. Pero bueno, parece que ella es buena gente y de buena familia, buen apellido. La conoció en un boliche. Ahora ni de mi nuera voy a disfrutar porque este otro no quiere que vuelva y yo ya no entiendo nada vecina, porque él me dice que no estoy nunca en la casa y quiere que me vaya y que no vuelva, entonces yo cómo voy a hacer para estar más en la casa si me echa. No sé que hacer vecina, no doy más. ¿No me da algo para el dolor de cabeza?

jueves, 3 de enero de 2019

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Además de escribir 365 textos me propuse leer unos 36 libros a lo largo de todo el año. Algunos títulos que no quiero perderme:

Kentukis, Samanta Schweblin
El año del desierto, Pedro Mairal
El gallo de oro, Juan Rulfo
Pensar con otros, Guadalupe Nogués
Sopor, Chris Kraus
Cómo desaparecer completamente, Mariana Enriquez
La pesquisa, Saer
La virgen cabeza, Gabriela Cabezón Cámara
Los topos, Félix Bruzzone
Genios pobres, Claudio Iglesias
Cosas de gringos, Claudio Iglesias

Algo de Borges. Algo de Silvina Ocampo. Algo de algún amigx. Algún policial.
Nada de periodismo.

A todos mis amigos de aquel verano. Fabio Kacero, 2011

miércoles, 2 de enero de 2019

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La idea de usar un blogspot como blog personal es un poco vintage y lo sé.
Al parecer los escritores jóvenes, como yo, se mudaron a Medium. El problema con Medium es que lo uso para trabajar: en mi cuentan de Medium quedan almacenadas las notas que publico en los sitios que usan Medium como plataforma. Eso era justamente lo que yo hacía con este blog, republicar lo que salía en otros sitios. Ahora quiero evitarlo, quiero que exista un lugar -o un "espacio"- en el que sólo haya textos cuyo leitmotiv sea la escritura misma.
Escribir por escribir.

martes, 1 de enero de 2019

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Utilicé este blog mientras iba al secundario. Escribía sobre política. Era un joven y esperanzado militante peronista. Con el tiempo me di cuenta que la revolución era imposible de alcanzar, que los lugares que la obtuvieron se convirtieron en tierras dictatoriales y conservadoras, que lo único que nos quedaba era sobrellevar la vida capitalista de la manera menos penosa. Disfrutar más y llorar menos.
Todas esas decepciones hicieron que deje de usar este blog. Lo convertí en un archivo de las notas que empecé a publicar en distintos medios, hace ya casi siete años. Con el tiempo, otra vez, me di cuenta que los periodistas millenials, que publicamos en Internet, escribimos mucho. Escribimos tanto que republicar todo eso que hacemos en nuestros blogs personales demanda tiempo, algo que siempre falta. 
Ahora quiero revivir este blog. Todas las entradas que tenía este sitio pasaron a estar en modo "borrador" y no pueden verse: no intento eliminar mi pasado (aunque haya textos terribles), sólo quiero dejarlo en stand by. Me propuse escribir durante todo este año 365 textos cortos, uno por día, sin pensarlos mucho y sin corregirlos demasiado.