domingo, 18 de agosto de 2019

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Casi siempre, cuando tenemos un problema amoroso, creemos que la culpa es nuestra: somos nosotros los que no debemos ser celosos, los que no debemos sentirnos feos, los que tenemos que mejorar nuestra autoestima, ponerle más ánimo a nuestros vínculos y mil opciones más. Existe una idea generalizada de que efectivamente la mayoría de nuestros problemas amorosos son culpa nuestra vinculado a algún trauma infantil o de nuestra propia inmadurez. Pero, esta opción no solo es negacionista, porque no reconoce que hay mil cosas que nos afectan, sino que deja de lado los contextos socioeconómicos y políticos en los que, intentamos, vincularnos y, en el mejor de los casos, amar. 
Hay una socióloga y escritora de orientación es marxista especializada en historia de la vida emocional, se llama Eva Illouz, y tiene un libro que se llama Por qué duele el amor (creo que hablé de él alguna vez, de la verguenza que dio ir a comprarlo). La cosa es que en ese libro ella explica que el problema de nuestros fracasos dependen de muchas cosas externas a nosotros, como las fuerzas sociales e institucionales que moldean la forma en la que amamos y cómo elegimos parejas. Toda nuestra realidad es bastante precaria (trabajos inestables o temporales, tarifas y alquileres altos, monotributo) y esa precariedad se mete en la cama. 
La realidad es precaria. Las relaciones también. 

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