domingo, 22 de diciembre de 2019

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Son las dos de la tarde. En Buenos Aires hace mucho calor. Espero un colectivo en Retiro para ir a La Plata. Todavía no pude dormir y creo que aún estoy un poco drogado.
Descrubrí (en realidad confirmé) que me gusta mucho la gira, es decir, empezar la noche en un lugar y con un plan específico, pero que el azar de vuelta todo a tal punto que termino moviéndome por la ciudad, metiéndome en lugares random.
Cené en una rotiseria cutre de Chacarita con Melina, después fuimos a una fiesta en la calle ahí cerca donde el reguetón sonaba muy fuerte, sobre todo los bajos. Cuando terminamos fuimos a tomar guiski y tragos caros a uno de nuestros bares favoritos, justo a la vuelta de donde era la fiesta. Nos encontramos con Paloma que nos invitó a una fiesta en Simona: espacio ultra kuka al que fui a bailar cumbia varias veces este año. Salimos de ahí, dispuestos a irnos a dormir, pero quisimos entrar en Mamita Bar, un antro de personas de entre 50 y 70 años en donde se toma mucha cocaína y suenan hits de los ochentas. Tomamos una cerveza en Mamita, bailamos "Like a virgin" de Madonna" y salímos tentados de la mano. Antes de irnos le pedimos a un tipo que nos saque dos fotos: una con flash y otra sin.
Mientras estábamos en Mamita Bar, a Meli le llegó el dato de una fiesta en Boedo, pasando la autopista 25 de mayo. Decidimos ir. Nos subimos a un taxi y llegamos a una casa minúscula llena de gente hermosa que bailaba techno y tomaba MD. Decidimos sumarnos. Nos drogamos mucho, bailamos muchos, besamos mucho. Conocí a Martín y Melina (otra, que no es mi amiga), dos chicxs a los que besé y toqué toda la noche. Hablamos poco, después puro baile, besos y caricias. Él me gustó mucho. Ella era una chica especial. Meli, mi amiga, le rompió el corazón a alguien.
Salimos de la fiesta a las 8 de la mañana. Volvimos en el 15.

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