miércoles, 25 de diciembre de 2019

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Un regalo de Navidad para los pocos y conocidos y desconocidos lectores de este blog que es como mi cuaderno de anotaciones público: un texto de Rodrigo Barcos. Hace un tiempo un amigo, Santiago, me dijo que Rodri estaba escribiendo mucho, de hecho hizo un fanzine sobre un viaje a Chile que hizo con Santi hace exactamente un año. Por eso le pedí que me mande algo para publicar (y revivir, un poco tarde, esa idea de viernes de amigos) Acá lo que me mandó Rodri hace casi un mes ¡feliz navidad! 
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Jueves 28 de Noviembre

Hoy me desperté pensando en la figura del perdedor. El económico, el social, el perdedor amoroso. En lo fácil que es identificarse pero en lo difícil que es encarnarlo. Me gustan las personas a las que no se les da muy bien todo. A los que fracasan de una manera graciosa. No por reivindicar lo lumpen, lo decadente, ni nada de eso. Sino porque no saben como seguir huellas marcadas, aunque lo intenten. Por eso hacen de todo, una aventura. Fracasan porque no saben cómo ajustarse perfectamente al sistema del éxito. Siempre están al costado del camino, del lado de la tierra más que del asfalto transitado. Por eso siempre descubren cosas nuevas y hablan de cosas más interesantes. Pueden ver una hoja de un árbol por tres horas seguidas y descubrir cosas nuevas segundo a segundo.
Ser rico y exitoso también debe ser difícil. A veces me baño y me imagino que soy increíblemente famoso y que el éxito me domina, que estoy a sus pies. Escribiendo esto me doy cuenta que no existe tal oposición entre éxito y fracaso. Que todo lo que nos destruye también nos constituye.

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