jueves, 21 de febrero de 2019

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Mi meta de los 365 textos cortos se atrasó, pero esta semana estuve un poco distraído porque el domingo pasado, como a las nueve de la noche me avisaron que Matías Schmidt, de los primeros amigos que tuve cuando llegué a Buenos Aires, se había muerto. 
Se supone que ahora debería escribir sobre él, sobre cómo era, sobre nuestra relación, pero la verdad es que nunca me gustaron las necrológicas. Esperamos enterrar a los grandes, no a los pares.
No sé qué hacer, ni qué pensar.

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