domingo, 30 de junio de 2019

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Ejercicio 3: Encierro

Me tiemblan los pies. Mi corazón late muy rápido. Trato de calmarme, de respirar profundo, pero no me puedo tranquilizar. Mi hermana está tirada en el piso, se desmayó hace unos minutos. Mi tío canta una canción de Los Pericos y dice que nos quedemos tranquilos que ya nos van a sacar. Estamos encerrados en un ascensor minúsculo. Es domingo, son las once de la noche y se cortó la luz mientras bajábamos para irnos. Dos pisos más arriba mi mamá llora y grita mis vidas mis vidas sáquenlos sáquenlos. Mi tío se enoja le dice que pare, que la gente está durmiendo, que hay chicos en el edificio, que hay gente grande, que no sea una loca. ¿Por qué está tan tranquilo? ¿No se da cuenta de la gravedad de esto que nos está pasando? Parece que ya llamaron al técnico. Dicen que va a llegar en una hora porque está en Flores. Que el encargado mande a alguien más rápido, le grito a mi tía desde el ascensor. Cinco minutos después me llega un mensaje de texto: “El encargado está re en pedo con un olor a vino horrible”.

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