martes, 1 de octubre de 2019

234

Un ejercicio:

El auto tiene olor a sexo me dijo mi mamá cuando aparecí en el living de mi casa con resaca. Era cierto, porque anoche cogí con Victoria y Lucía ahí, las tres en el asiento de atrás. Estábamos borrachas y drogadas. Sé que si le digo la verdad a mi vieja me va a cagar a pedos, me va a preguntar por qué hago algo tan ridículo, si me estoy drogando, si soy una degenerada, si me gustan las chicas, si me voy a hacer puta o lesbiana. Fue un polvo hermoso. Lo que más me gusta de coger con ellas es cómo me chupan la concha. Creo que la excelencia que tiene Lucía para chuparme la concha es única. Jamás me la chupan así, aunque ahora no sé si fue su excelencia o el ácido que tomamos. Hace dos días que no duermo.
Voy a salir a andar en bici un rato, para ver si se me baja. No quiero estar re careta en mi casa. Además, afuera hay sol y me gusta pedalear por Buenos Aires y que el sol me de en la cara mientras escucho música electrónica bien fuerte. Si me quedo acá me va a agarrar el bajón: me voy a meter en un pozo depresivo y no quiero. Muy de la merca la depre y a mi la merca no me cabe. Por eso me hice lesbiana, porque todos los tipos con los que salí se hacían los buenos, pero eran altos duros. Seguro tomaban porque eran unos maricones que no querían solucioanr sus vidas, que eran re tranquilas. Todos eran unos chetos traumados y yo no estoy para la gilada, yo estoy para algo más. Por eso salgo con Lucía y con Victoria. Ellas son inteligentes, buena onda y van de frente. Lucía tiene una pyme de no sé qué y Victoria es transa, pero VIP, no le vende a los giles. Una vez le llevamos unas pastillas a Esther Goris. La vieja estaba en una fiesta privada en un edificio cheto de Retiro. Había de todo en ese lugar: homosexuales, trans, travestis, chicos europeos, diseñadores y un obrero paraguayo que se cogió a una de las trans en el baño y después vomitó una alfombra que había en el lugar.
El dueño de la casa nos echó a todos. Según él, el trapo costaba miles de dólares. Se la había hecho traer de Egipto a un amigo que viajaba a comprar telas carísimas para su local en Once. Con Victoria y Lucía siempre flasheamos con ir a Egipto, conocer las pirámides, flashear Cleopatra. Pero yo no tengo un mango. Con lo que gano no me puedo comprar ni una birra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario