lunes, 14 de octubre de 2019

253

Siempre me sentí el maricón del pueblo. Cuando iba al secundario tenía un noviecito y aunque eran pocas las personas que sabían que estábamos juntos, se notaba. Nunca oculté que era puto, desde los catorce que lo empecé a decir y para cuando estaba en el último año del secundario ya todo el mundo lo sabía. Incluso mi familia. Casi toda: menos mis padres, todo el resto.
Vengo de una familia clase media acomodada que supe ser la high class del pueblo. No reniego del lugar de donde vengo, creo que no ha sido una casa tan mala. Pero, en el fondo -y después de todo lo que pasó después de que me pegaron-, me doy cuenta que puertas para adentro hay una incomodidad conmigo. Creo que pueden tolerar que sea puto, pero un poco molesta (tolerar, que palabra horrible). Esa es información que preferirían guardar puertas adentro, que se sepa, pero que nadie lo diga en voz alta. Yo hablo fuerte y prefiero seguir siendo el maricón del pueblo, aunque me prendan fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario