martes, 10 de septiembre de 2019

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Suena una cumbia y Natalia baila sola con una cerveza caliente en la mano. Está en Morón. Cada sábado va sola en un remis y aprovecha a hacer la previa en la hora y media que tiene de viaje. Compra unas birras y las toma con el chofer.
Natalia sólo sale a esa bailanta de Morón. Se hizo amiga de Jesica, una chica trans que en invierno atiende la barra con un outfit de esquimal. Natalia baila en Morón porque para ella la gente transpira diferente. El olor a chivo de esa bailanta es especial. No le gusta el olor a perfume caro de los boliches a los que van sus amigas por Recoleta.
Dentro de dos horas, cuando vuelva en otro remis a su casa, va a sacar las vitaminas que toma todos los días a las 7 am y va a ver en su teléfono un mensaje de su padre: "Estás volviendo? se está incendiando la bailanta a la que vas". Natalia va a sentir un torbellino adentro de su panza. Va a hacer parar al remisero en la mitad de la autopista y va a vomitar cerveza, whisky y pastillas. "Karen se incendió la bailanta boluda" va a escribir en un mensaje de texto. En ese mismo momento se va a olvidar de cómo bailar para siempre. Pero ahora está bailando contra la pared y el boliche todavía no se prendió fuego, todavía puede estar dos horas sin pensar. En definitiva es lo único que quiere: dejar de pensar, al menos por un par de horas.
La abuela de Natalia siempre buscó lo mismo pero se murió en el intento. Natalia se crió con ella y heredó sus peores males, entre ellos la imposibilidad de dejar de pensar. Es una neurótica obsesiva. Sólo cuando baila en Morón se abstrae, pero ahora que la bailanta se va a quemar va a tener que buscar otro espacio para escaparse.
El sábado siguiente al incendio Natalia se encuentra con Karen en el Florida Garden a las siete de la tarde. Piden una tabla de quesos y un champán. Después dos cervezas y antes de irse dos cortados con un tostado de jamón y queso. Karen propone ir a una rave en Costa Salguero. En la cartera lleva tres pastillas para compartir con su amiga y un porro: a veces le cuesta bajar. Toman un remis de la misma remisería que antes la llevaba a Natalia hasta Morón. Le piden al chofer que las deje en Pachá.

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