miércoles, 16 de enero de 2019

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Hoy fui a ver la película El silencio es un cuerpo que cae. Es un documental de Agustina Comedi: encontró grabaciones de la Panasonic que tenía su papá -que se murió en 1999- y allí descubrió que antes de que ella naciera había tenido una vida gay. Hace unas semanas leí un texto sobre la película. Quise levantarme al chico que lo escribió. Tenía novio.
Fui al cine con mi amigo Martín. Lo conozco hace poco, pero lo quiero mucho. Somos algo parecidos: tenemos la misma edad, estudiamos en el mismo lugar, trabajamos juntos y, aunque no sé si importa, somos de libra. Cuando salimos de la película hablamos de lo difícil que es sostener una doble vida. Le dije que lxs chicxs de nuestra generación no eran dueñxs de nada, que para mi nuestra generación sólo era dueña de sí misma, porque no somos dueños de nuestras casas, ni de los autos que manejamos (si es que manejamos), ni de mucho de nuestros objetos. Por eso, ser uno mismo es lo más parecido a ser libre -y a tener algo. Para mi Martín es libre, hace lo que le gusta, dice lo que piensa. Le gustaría irse de su casa materna, mudarse. Pero en el fondo -creo- no le pesa vivir ahí. Por eso lo respeto, porque es auténtico. Si él fuese gay quisiera que sea mi novio. Pero no, es heterosexual y su novia me cae bien. De todos modos, lo que más me gusta de este amigo es que se permite el beneficio de la duda y ante una duda, prueba. Después de probar decide.
En el texto número 14 hablé de la serie Pose, de como la comunidad LGBTTIQ luchaba y se resistía de las tradiciones ajenas, pero no de sus propias tradiciones. Cuando vi esta película pensé lo mismo. Testimonios de gays y lesbianas que decidieron no aparecer (no sé qué ponían en juego al mostrarse diciendo la verdad). La noche de los ochenta, el VIH y los muertos del SIDA. Supuestas malas noticias que, aunque hayan pasado varias décadas, aún no nos gustan recibir.
Le conté a Martín que una vez salí con un chico que se enteró que era positivo mientras estaba conmigo y que lo único que le dije fue que no quería vivir en los 80. Que no tenga miedo. Que no pasa nada. Que no hay que alimentar el estigma. Al tiempo nos separamos.
Mañana tengo que hacerme el test, porque cada seis meses lo hago. Voy con un amigo y aunque sabemos que probablemente va a dar negativo, creo, estamos nerviosos.

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