martes, 29 de enero de 2019

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En el textito 24 decía que tenía una obsesión por pensar cómo la vida online configuraba la vida offline. Es una idea trillada, muchxs autorxs ya la trataron y etcétera. Sin embargo, hasta ahora, nunca leí nada sobre cómo las apps para tener citas o concretar encuentros sexuales también configuran los encuentros cara a cara.
Anoche, mientras comía una milanesa con un amigo, en una sociedad de fomento, al costado de un canal en Villa La Ñata, pensaba que estaba preso en un catálogo de Avon, pero con tipos. El filtro es la imagen y eso se siente horrible. Todo se discute en 140 caracteres. Y no es que anoche, mientras comía una milanesa con un amigo, en una sociedad de fomento, al costado de un canal en Villa La Ñata, trataba de romantizar esa pelotudez de "el encuentro cara a cara con el otro". Nadie nunca fue por la calle mirando a los ojos a todo el mundo, con o sin celulares. El punto es que el display de las app se cuela en tu cabeza y ahora queres ir por la vida matcheando, pero no todos tienen esa habilidad. Me distraje. No sé cómo seguir.

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